viernes, 24 de abril de 2015

HAY QUE TENER MUCHO CUIDADO CON LO QUE SE VA A DECIR

Hay que tener mucho cuidado con lo que se va a decir. El caso del niño de 13 años que entró en el colegio, apuñaló a un docente e hirió a otros dos profesores y alumnos se ha de tratar con la mayor profesionalidad y rigor, sin entrar en debates en caliente. Se trata de un asunto delicado, ya que consiste en un suceso grave protagonizado por un menor. Los niños son el futuro y, por ello, se han de adoptar las medidas pertinentes para seguir asegurándolo.


La mejor forma de conocer el suceso es escuchando a especialistas en psicología y psiquiatría infantil, y en Ley de menores; y a docentes, educadores y educadoras sociales que trabajen a diario con este colectivo. No vale el tertuliano o la tertuliana voceras que se aprovecha del tema para tener su minuto de gloria y que habla más con las vísceras que con la razón. Se debe informar a la población sobre (i) lo importante del caso (que no es más que lo acontecido), (ii) cómo se afronta para superarlo, y (iii) cómo mejorar los sistemas de detección y atención para posibles casos futuros.


Hago un llamamiento a los medios de comunicación para que ayuden, también, a las propias víctimas a superar el caso. Las compañeras y los compañeros de aula necesitan entender lo ocurrido para seguir adelante, no ser interrogadas o interrogados sobre detalles escabrosos referentes al momento o al autor de los hechos; que de nada importan sino para arañar un puñado de audiencia o lectores, en tanto que recurriendo al morbo del asunto.


En lo referente al chico protagonista en cuestión, confirmado por el Hospital de Sant Pau, éste sufrió un brote psicótico. Ergo habría que preguntarse en primera instancia si había sufrido brotes de menor intensidad anteriormente o manifestado indicios tales como cambios bruscos de actitud y/o intereses. No hay cabida para discusiones precipitadas sobre la reforma de la Ley del menor ni preguntarse si es imputable o in imputable. El único debate que debemos abordar por el momento es el de la coordinación entre familias y centros escolares, en relación al estado de nuestros jóvenes.


Tal brote psicótico ha de ser tratado con diligencia y se debe aportar al menor la ayuda pertinente (que no solamente pastillas). Lo último que necesita para superar la situación es sentirse dos veces etiquetado: de asesino y de loco. Señoras y señores, con su aislamiento lo único que lograremos es que el peligro siga latente. Es necesario proyectarle hacia delante.


Ojo, no quiero dar pie a demagogias haciendo pensar que quito gravedad al asunto y eximo de culpa al autor. En absoluto. Sin embargo, cuando ocurre un hecho de estas características, hemos de (i) mirarnos los unos a los otros y reflexionar en qué ha fallado la comunidad para que tal suceso pueda ocurrir, (ii) hacer un propósito de enmienda, y (iii) poner medidas para mejorar la atención a nuestros menores. Porque sin ellos, no hay futuro; y mucho menos presente para nosotros.